El arroz se ha utilizando desde hace siglos en la elaboración de productos cosméticos. En Japón, el summun de la belleza femenina era poseer una piel blanca y delicada. Para conseguirlo preparaban ungüentos mezclando salvado de arroz con otros ingredientes de origen natural. Una tradición nipona era lavarse la cara con el agua de la cocción del arroz. También aplicaban aceite de germen de arroz para suavizarla.
En occidente los griegos elaboraban polvos de almidón de arroz, con los que daban a su piel un aspecto marmóreo. Durante el renacimiento mujeres y hombres se empolvaban el rostro para lucir una blancura extrema.
Las proteínas del arroz tienen efecto nutritivo, regenerante, revitalizante y protector frente a las agresiones externas.
El aceite de arroz es un gran aliado para prevenir el envejecimiento de la piel, por su gran poder antioxidante y de potección frente a los radicales libres, promueve la formación de colágeno y restaura la humedad natural de la piel
También es activador de la microcirculación de la sangre, actuando como drenante, por lo que es muy adecuado para tratar las bolsas y ojeras que se ocasionan por la inmovilidad de los párpados por la noche mientras dormimos.
No sólo es adecuado para las pieles más maduras e irritadas, sino que también es muy beneficioso para proteger las pieles sensibles de los bebés y niños pequeños. Además de esto se absorbe rápidamente, por lo que no deja una sensación grasa en la piel.
La lavanda posee multitud de propiedades que la hacen nuestra mejor aliada en el cuidado diario de nuestra piel. Por citar unas cuantas destacaremos su gran poder relajante, calmante y antibacteriano.
Para este jabón he utilizado un macerado de flores de lavanda en aceite de oliva, coco, palma, soja, manteca de karité y aceite de arroz. El agua de cocer arroz blanco, reposada y colada, y una mezcla de aceites esenciales que le aportan na fragancia frsca y muy delicada: Lavanda, Bergamota, Lima, Citronela y Lemongras.
Quién se resiste a ser Geisha por un dia!